Se que la perfección no existe y amo la imperfección. Puedo decir que para mí, el 31 de diciembre del 2019 fue perfecto.
Tuve la deliciosa fortuna de hacer un viaje familiar de fin de año. Fuimos mis papás, mi hermana, su novio, mi novio y yo.
¡Fue Cósmico!
Aunque debo confesar que 2 días antes de que terminara el año me sentí mal, era como si estuviera depurando todo lo que no me servía. ¡Mágicamente, el 31 de diciembre, me levanté y me sentí super bien! Sentí que flotaba.
El viaje familiar fue un sueño hecho realidad. Fuimos a Venice Beach, donde rentamos una casa frente a la playa y antes de partir a Big Bear, donde pasamos la noche del año nuevo, salí a pasear, a dar gracias al Universo por un año tan maravilloso. Fue increíble sentir el aire frío en la cara mientras el sol me calentaba todo el cuerpo. Estaba solita, mis papás se quedaron en la casa, mientras mi hermana y los novios paseaban en patín del diablo eléctrico.
Caminé hasta que se terminó el pavimento, era como estar en una película, porque les juro que por cada tienda que pasaba se escuchaba alguna canción que me encantaba, la gente fue muy amable y me compré dos cosas que amo con locura: unos lentes de sol super locochones en una tienda de lentes padrísima que además me costaron $15 dólares y un collar con el cuarzo más lindo que he visto en mucho tiempo, en forma de péndulo con incrustaciones de otros cuarzos con los colores de los chacras.
Acompañé esta caminata con un Vanilla Iced coffee que es mi mayor felicidad en la vida.
Meditaba mientras caminaba, inhalé, exhalé, lloré y hasta envié algunos mensajes con mucho amor.
Después de una semana de convivencia familiar fuera de nuestra rutina diaria, donde vivimos nuevas experiencias desde las compras en el supermercado, el descubrir lugares para cenar, aventuras en la nieve, amaneceres en medio del bosque nevado con una taza de té caliente para disfrutarlo, risas y bromas a todas horas, mil recuerdos que se quedan por siempre en mi corazón, no podía más que agradecer por haber cumplido ese sueño familiar junto a las personas que más amo. Cuando regresé a la casa me sentí libre, feliz y agradecida, aunque lo hubiera planeado, no hubiera logrado un cierre de año más hermoso.
Los momentos los hacemos nosotros, con nuestros pensamientos, con nuestra actitud. Quieres ver magia, cree en ella, vive de ella. Aprende a ver lo bueno en todo, entrena tu mente a ser positiva, a veces la imperfección es la perfección. Disfruta de los pequeños regalos de la vida como un café, un cuarzo, un atardecer, un abrazo, una escapada fuera de tu rutina, una compra espontánea, una sonrisa de alguien que no conoces. Ríete de tus errores, son lecciones. Cree que algo bueno está por pasar, porque si lo crees y si lo sientes, pasa.
Siente, escucha, medita y ama. Los momentos perfectos existen cada vez que tú lo decides.
Leave a Reply